Soledad Vega
Se diría que
Amanda Helsing escribe pensando exclusivamente en un público femenino, adepto a
libros ambientados en lugares exóticos con un trasfondo de aventuras y
romances. La etiqueta “novela de paisaje” puede llevarnos a creer que se trata
de un producto prefabricado y de fórmula fácil, con fines predominantemente
comerciales en el que no prima una exigencia por la calidad literaria.
Pues bien, no
es así.
En el caso de
su primera novela La isla prometida, publicada por Ediciones B y
dentro de la colección landscape novels el caparazón que rodea al
libro (cubierta, contraportada, publicidad o la ubicación en los escaparates de
las librerías de gran público) no es más que eso: un envoltorio. Una apariencia
externa que puede hacer pensar que estamos ante una obra más, dentro del fenómeno
de novelas de paisaje escrita sólo por mujeres y para mujeres.
Vista actual de la isla de Chiloé |
El tema de la
novela bien puede ser el amor, pero también el sentido de la vida, la búsqueda
del lugar en el mundo o incluso el conflicto entre ciencia y religión. Los
personajes están construidos desde una perspectiva psicológica que define hasta
el más mínimo detalle de su carácter y personalidad. La protagonista debe
enfrentarse a un enemigo oscuro: el patriarcado y la actitud paternalista con
que los diferentes personajes masculinos la tratan. Es entonces cuando Anna
Velarde decide luchar y dejar atrás su falta de confianza, su dificultad para
tomar decisiones y su dependencia de otros y evolucionar hacia la confianza y
depender de sí misma.
La isla
prometida pertenece a ese elenco de obras que
cumplen con las expectativas creadas, sin trampa ni cartón, y con el viejo y
acertado dicho: lo prometido es deuda. Y Amanda nos paga con creces la deuda
con una obra escrita con clase, rigor y calidad literaria, fruto del buen
oficio de la autora y aunque está claro que busca tocar la fibra del público
femenino también toca muchas teclas afines a otros públicos. Como aquellas
fascinantes novelas de juventud en las ocasionales tardes lluviosas y
refrescantes de verano.
Por sacarle
algún defecto, en la lectura se aprecia la existencia de algún anacronismo que
sin ser especialmente grave, sí era evitable. Asimismo, la primera mitad es
introspectiva y hasta que la acción y la aventura no empiezan a aparecer pueden
haber pasado demasiadas páginas, por lo que algunos lectores podrían
desubicarse y abandonar la lectura. En cualquier caso, ya sea introspección o
aventura la escritora deja patente un dominio absoluto del lenguaje, de la
trama y su estructura interna y de la coherencia y verosimilitud en un texto
ambientado en el siglo XIX.
Indio huiliche. Pueblo originario de Chile |
Amanda se me
antojó una mujer cercana y lejos de cualquier canon preconcebido que a más de
uno se le hubiera podido ocurrir, dada su profesión y lugar de origen.
Dejémoslo claro: ni era rubia, ni estilosa, ni refulgía glamour, ni tenía cuello de cisne. Es más, fumaba tabaco negro y no
se cortaba en proferir palabras malsonantes o beber cerveza del propio
botellín, modales que no impedían transmitir un encanto y una sensibilidad que
me hizo recordar la frágil mirada de Carson McCullers. En el transcurso de la
entrevista la autora suiza dejó entrever la posibilidad de una segunda parte de
las aventuras de Anna Velarde.
La isla
promete.
Amanda
Helsing
La isla
prometida
Ediciones B. 439 págs. 19€
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