Mi madre no es una gran lectora, no
al menos, en el modo tradicional; se inició en la lectura bien avanzada la edad
adulta y carece de formación teórica, pero tiene lo único que –a mi modo de ver- es necesario para poder apreciar la buena literatura: sentido común y
criterio.
Por eso pensé en ella cuando leí Carreteras
Secundarias (1996), del escritor maño Ignacio Martínez de Pisón, a quien
ya conocía por El día de mañana (2011)
y que me había dejado muy buen recuerdo.

Carreteras Secundarias es una novela iniciática, que cuenta la peripecia vital de Felipe, adolescente confundido y abúlico, en la España del tardofranquismo. La voz de un Felipe adulto evoca en primera persona su existencia errante -a bordo de un Citröen Tiburón- a lo largo de la geografía española junto a su padre, antiguo señorito de provincias caído en desgracia que intenta escapar a su nueva condición de donnadie, pasando de negocio en negocio, todos igual de absurdos y provisionales, e igual de condenados al fracaso.
Si tuviera que explicar porqué me ha gustado el libro, hablaría sin
duda de la maestría y naturalidad con la que Martínez de Pisón refleja la evolución
psicológica de Felipe, que pasa de despreciar profundamente a su padre y a
todo lo que él representa, a terminar identificándose con él: “Era como si mi
padre hubiera ido dejando por el camino grandes trozos de sí mismo y como si yo
los hubiera recogido e incorporado a mi vida y forma de ser”[1],
dice el propio Felipe. Por supuesto, también hablaría de los memorables secundarios y de las grandes dosis de ironía y humor –en
todas sus tonalidades- sobre las que se construye la novela.
Después de leer el libro me he enterado de que fue llevado al cine en 1997, con
notable éxito de crítica y público (todo lo exitosa, claro está, que puede ser
una película española entre el público español). La protagonizaban Antonio Resines, Maribel Verdú y Fernando
Ramallo.
Bonito blog. Toda una reseña. Muac
ResponderEliminarGracias Miguel Ángel:
EliminarPerdona que no te haya respondido antes. Hacía días que no me pasaba por aquí.
Sé siempre bienvenido.